martes, 21 de diciembre de 2010

NUESTRO 24 DE SEPTIEMBRE

NUESTRO 24 DE SEPTIEMBRE.



Por Jesús Sánchez-Ferragut



A estas alturas, pudiera parecer que todo lo relativo a la fecha “24 de septiembre” está escrito. Su significado para la Isla de León nos lo han contado tirios y troyanos. En la calle, en la radio y en la tele.

Reflexiono sobre esto, pues me pasa, como a muchos de los habitantes de La Isla de mi generación, que de chico, pasaba por la calle que lleva ese rótulo, y nunca me paré a meditar lo que simbolizaba la leyenda. Era una calle más, eso sí, algo más difícil de recordar que otras, por aquello de la mezcla de números y letras.

Así, en los últimos años, escritores de la talla de Pérez Reverte han dedicado no pocas páginas a novelar y contextualizar lo que ocurrió hace dos siglos. Columnistas de prensa, con mayor o menor acierto y también con más o menos mala baba, porqué no decirlo, le han dedicado no pocas líneas en periódicos locales, regionales y nacionales. Congresos de Historia, actos simbólicos, recreaciones de batallas y combates, premios, convocatorias, ferias, girando siempre entorno al acto central de la entrega del premio “A los Valores Constitucionales y a la Defensa de las Libertades Democráticas”, que bienalmente se han ido otorgando a figuras clave, han contribuido estos últimos años a darle un significado al rótulo “24 de septiembre de 1810”.

Dos siglos más tarde de aquella fecha, el conocimiento que cada uno hemos ido acumulando, nos da como para comprender el porqué se rinde homenaje a aquéllos diputados que juraron su cargo en esa fecha. Y es que, tras estos últimos años, por muchos caminos hemos podido llegar al “24 de septiembre”: A través de lo que nos cuentan los amantes de la Guerra de la Independencia: Batallas, guerrillas, saqueos, expolios, sufrimiento. O por las explicaciones que nos dan los que nos hablan de La Ilustración y de cómo sus principios jurídicos –soberanía Nacional; División de Poderes; Libertad de Imprenta- se plasmaron en los Decretos y en los diarios de sesiones de las cortes reunidas en el entonces Teatro Cómico de la villa de la Real Isla de León. También a través de los amantes de la Geografía podemos llegar al 24 de septiembre, a poco que queramos encontrar una explicación a aquello de “Cuando España fue una isla”. Incluso los frikis de los símbolos encuentran un gran número de ellos que dan sentido al 24 de septiembre: Medallas, condecoraciones, escudos, banderas, leyendas…

No pretendo otra cosa que dar rienda suelta a la tecla del ordenador intentando comprender cómo nos ha llegado a cada uno la noción que al fin nos hemos formado de lo que es el 24 de septiembre. Y lo cierto es que como antes he reflejado, muchos son los caminos y los medios. Casi tantos como ciudadanos somos de esta ciudad.

Y ahora, la anécdota. Contada en vivo y en directo por la madre de su protagonista: Un cañaílla menudo de la calle Alsedo, de 5 años, abonado, como muchos, al Disney Channel, al Happy Meal de McD., usuario de la Play y genéticamente ya predispuesto a poner el dedo sobre los botones de cualquier cosa informática y que a la primera funcione, sin más. Raúl, que es como se llama la criatura, había cogido una berrechina impresionante este agosto pasado, después de acabar una de las cabalgatas del Bicentenario, sencillamente porque el evento se había acabado. Su madre no era capaz de hacer que se callara, así que para preservar la integridad de su propio tímpano (el niño va para comparsista) acudió a un remedio que creyó definitivo: “Anda Raúl cállate ya que en Navidades iremos a Eurodisney”. Raulito hipa. Se le corta el llanto de golpe, se traga dos o tres lágrimas, y le dice a su madre: “Mamá, mamá, ya me callo, pero a Eurodisney no, que no quiero que nos maten los franceses…”

El 24 de septiembre ha llegado a los ciudadanos isleños, y también a muchos de los no isleños, y a cada uno a su manera particular. ¿Y acaso no es esto también importante?

PUBLICADO EN LA VOZ DE CADIZ SEPTEMBRE DE 2010