Foto:J.S-F |
HÉCUBA, JUEZ Y PARTE, SEÑORA DE LA VENGANZA.
FESTIVAL IBEROAMERICANO
DE TEATRO DE CÁDIZ.
FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO CLÁSICO DE MÉRIDA Y
PENTACIÓN PRODUCCIONES:
HÉCUBA.
Escenografía y
Dirección: José
Carlos Plaza. Iluminación: Toño
Camacho
Actores: Concha Velasco; José Pedro Carrión;
Juan Gea; Pilar Bayona; María Isasi; Alberto Iglesias; Luis Rallo; Alberto
Berzal; Denise Perdikidis; Marta de la Aldea; Zaira Montes.
Lugar: Gran Teatro
Falla. Día: 25.10.2013 Asistencia: Aforo completo.
Jesús Sánchez-Ferragut.
Antes que nada,
vaya por delante el gran éxito que tuvo la representación de Hécuba en el Gran
Teatro Falla el pasado jueves 25. Éxito porque se llenó el teatro y también por
la ovación al final de la representación, dirigida sobre todo a Concha Velasco,
quien encarnó el personaje de Hécuba.
Lo cierto es que
la septuagenaria Concha estuvo inmensa, en un papel inédito para ella e inédito
para el público asistente. La actriz vallisoletana, probablemente se ha ganado
con este papel de Hécuba un hueco en un lugar muy cercano al Parnaso,
sorprendiendo, y nunca mejor dicho, a tirios y troyanos, con una representación
plena de fuerza y tragedia, redonda, y de total actualidad pese a haber sido
escrita en el año 424 a.c.
Foto: J.S-F |
Dentro de la
denominación de Tragedia Clásica, Hécuba contiene varias tragedias diferentes: la
de una madre y reina, Hécuba, que ve cómo además de ser desposeída de su reino
y ser convertida en esclava de los griegos, la fatalidad hace que tenga que
asistir a la muerte de una de sus hijas, Polixena, en sacrificio por los
aqueos, ante la tumba de Aquiles, a lo que se suma también la fatalidad de ver
el cadáver del menor de sus hijos Polidoro, arrojado por el mar tras ser
asesinado. Su otra hija, Casandra es también fatalmente convertida en concubina
de Agamenón. La otra tragedia dentro de la tragedia de Hécuba es la de su
propia hija Polixena, que acepta la muerte en sacrificio ante la tumba de
Aquiles, como decisión de un deber superior de que ella no será nunca esclava
de los griegos.
El hilo
conductor, el nexo que une fatalidades y tragedias, a través de la venganza, es
Hécuba, quien fuera madre de Paris y Héctor, reina y a la que se le atribuye la
maternidad de entre 14 y 19 hijos con Príamo, su esposo, rey de Troya.
Hécuba, pese a
ser anciana y estar desolada tras la destrucción de su reino, Troya, y verse
reducida a la condición de esclava, renace con una fuerza casi sobrehumana, con
el único objetivo de vengar lo que ella considera una injusticia: La muerte de
su hijo Polidoro, asesinado por Polimnéstor, rey de Tracia, a quien Príamo, su
padre, confió su vida y su oro, para estar a salvo de los griegos. Polimnéstor,
sin embargo, lo asesina y lo arroja al mar tras robarle el oro. Hécuba, tras
implorar a Agamenón que haga justicia, sin obtener resultado, consigue ver a
Polimnéstor, a quien tras preguntar por la salud de su hijo, consigue engañar
prometiéndole más riquezas y tesoros. Lo conduce con artimañas, junto con su
hijo a la tienda de las troyanas, donde dan muerte al hijo, y arrancándole a él
los ojos.
Es el triunfo de
la venganza, fruto de la enajenación de quien fuera reina y para su desgracia, posteriormente
castigada con una catarata de fatalidades que la conducen a ser juez, parte y
ejecutora a la vez. La otra cara de la moneda es la derrota de la justicia,
quien es incapaz de imponerse en esta tragedia escrita hace más de dos mil años.
La escenografía
de la producción es extraordinaria, que recreando ruinas, conduce al espectador
al campamento donde se encuentran las troyanas esclavas, esperando ser llevadas
a Grecia por sus captores. La iluminación es fantástica, consiguiendo una nitidez
de los personajes poco usual. El vestuario, soberbio, y el sonido muy bueno.
Todo ello eleva la obra a la categoría de superproducción.
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