viernes, 11 de diciembre de 2009

VII FESTIVAL DE MÚSICA ESPAÑOLA DE CÁDIZ

THE SOLOISTS OF LONDON Y PILAR JURADO.

Por : Jesús Sánchez-Ferragut


Programa: De España a Haendel. Obras de Georg Friedrich Haendel, Antonio Rodríguez de Hita y José de Nebra
Lugar: Gran Teatro Falla. Día: 24 de noviembre. Asistencia: ¾ de aforo.
Calificación: ****
DEL BLANCO Y NEGRO AL COLOR
¿Han visto ustedes esos anuncios donde sobre un fondo de película en blanco y negro se destaca al actor o actriz a todo color? Pues bien, esa es la definición de lo que pasó en el concierto de The Soloists of London y Pilar Jurado el pasado martes en el Falla.

Sobre un programa de mano un tanto especial y que rezaba: “De España a Haendel”, repertorio escogido expresamente por Pilar Jurado, el concierto lo abrió la conocida formación musical de solistas ligados a Londres y Alcalá de los Gazules, en un escenario frío, sin el más mínimo adorno, aunque con la concha acústica colocada perfectamente, sin duda necesaria para una correcta audición de las orquestas, pero tremendamente antiestética, sobre todo las luces. Y frío fue también el comienzo de la orquesta de solistas que a modo de introducción interpretó la Sarabande de Haendel.

Sobre este fondo blanco y negro de The Soloists apareció en el escenario Pilar Jurado, deslumbrante, desbordante de simpatía y belleza. Comenzó con un “Ombra ma fui” de Haendel muy discretito y continuó con “Mi bien turbado” de Las labradoras de Murcia, obra de Antonio Rodríguez de Hita. Realmente pensé que el concierto se vendría abajo y sería un auténtico desastre después de esta interpretación donde la orquesta fría y distante sobre un fondo que se tornó casi gris desde el blanco y negro, en nada colaboró con una titubeante Jurado, también desconocida en su faceta normal de cantante de carácter.

Afortunadamente la magia fue resurgiendo poco a poco y el “Lascia ch’io pianga” del Rinaldo de Haendel nos devolvió a la Pilar Jurado a la que estamos acostumbrados, señora de la coloratura, fuerza y expresión dramática envueltas en una deliciosa voz. La orquesta también mejoró y la cosa empezó a sonar realmente empastada.

La primera parte del concierto acabó con “Temprana rosa” de José de Nebra, un aria que en nada desmerece otras de Haendel y que Pilar Jurado interpretó muy bien, con seguridad y haciendo gala de recursos y técnica.

La segunda parte del concierto dio comienzo con La Introduccione IV de Locatelli a cargo de The Soloists.

Piangeró del Giulio Cesare de Haendel; L’alma mia frà le tempeste de Haendel; Briseida de Antonio Rodríguez de Hita y Rosa, tronco de José de Nebra fueron el resto de las arias que interpretó Pilar Jurado, quien fue llenando por completo la escena de color. De su color. Del de su precioso vestido al de su espléndida voz. Color que se fue superponiendo al blanco y negro inicial de la orquesta, y que dio al principio del concierto, como resultado, un contraste chocante y no esperado entre cantante y músicos. Sin embargo a estas alturas de la segunda parte del concierto el público comenzó a aplaudir decididamente a la diva, quien correspondió dando lo mejor de si misma, haciendo que desaparecieran los tonos y matices oscuros de la escena por completo, imponiendo con profesionalidad lo que ella sabe hacer a la perfección: La coloratura y el drama.

No obstante lo dicho, The Soloists tuvo una impresionante interpretación de la Chacony de Purcell, a mitad de concierto, con su característica forma de interpretar de cara al público, matizando cada nota e interpretando los pianísimos como pocos saben hacerlo.

Pilar Jurado regaló dos propinas al final: “Oh had I Jubal’s Lyre” de Haendel y de nuevo el “Lascia ch’io pianga” del mismo autor. Soberbia. El público la ovacionó. Por cierto, para la próxima, esperemos que la organización retire del fondo del escenario los podios de coros, y que no se olviden de entregar unas flores a la soprano al acabar el concierto, por favor. Sería un detalle.

Publicado en Diario de Cádiz el 26.12.2009