MÍSIA. Noches de Bohemia. Jerez de la Frontera.
Por : Jesús Sánchez-Ferragut
MÍSIA.
Programa: CONCIERTO: “RUAS”
Lugar: Jardines de la Atalaya.
Día: 23 de julio de 2009. Asistencia: ¾ del aforo
DE VIAJE POR LOS JARDINES DE LA ATALAYA.
Mísia llegó a Jerez, a los Jardines de la Atalaya. Con la mano en la frente a modo de visera, oteó más allá del escenario, buscó entre los recovecos del paseo, detrás de los árboles y por los caminos del jardín. Preguntó incesantemente si había japoneses, o pinochos, lisboetas, parisinos, madrileños... Qué se yo la cantidad de gente que se puede uno imaginar entre las filas de butacas dispuestas en los jardines, tras escucharla. Casi se llega a sospechar del que está sentado delante ¿Será coreano?, o de la pareja de dos filas a la derecha, con pinta, tal vez, de belgas recién llegados...Aunque la verdad, tengo que decirles, yo solo ví gente mayormente de Jerez. Eso sí, entre el público me pareció ver, discreta, a La Mari de Chambao, escuchando atentamente a la internacional Mísia, cantando a su manera una peculiarísima versión de la canción “como el agua” de Camarón. La verdad, esto último no me dejó indiferente, que Camarón es de mi Isla...Otra cosa es que me gustara. Todavía tengo sentimientos contradictorios. Aunque sospecho que la próxima vez que escuche “como el agua” acudiré a lo seguro...
El concierto, como el CD que vino a presentar a Jerez, “Ruas”, tuvo dos partes, muy diferentes una de otra, y con un intermedio, que sirvió para que el personal tomara fuerzas en el bar para afrontar una segunda parte caprichosa y con muy poca relación con la primera, que estuvo basada en la canción más tradicional portuguesa, el fado, una morna y alguna marcha lisboeta. Fue esta primera parte, “Lisboarium”, la dedicada a su país natal, aunque como dice ella, “soy ibérica, mitad española y portuguesa”, y hubo espacio para poetas como Pessoa, Saramago, Vasco Graça Moura, etc. Seriedad, sobriedad, pulso y púa en el escenario, con la intervención de un violín en algunos temas, y la saudade y el sentimiento en la voz de Mísia.
En la segunda parte, y correspondiente con el segundo CD “Turistas”, todo cambió, y, si soy capaz de sintetizar lo que habló, que no fue poco, Mísia cuando intentaba explicar el porqué de sus canciones, o de sus viajes y de su vida, les diría Uds. que la solución del enigma es: El nuevo producto Mísia es lo que a modo de esponja y, previamente tamizado o metabolizado por sus sentimientos, ha absorbido la cantante, fruto de sus múltiples viajes y vivencias, y que ahora proyecta al mundo, musicalmente hablando, con un factor de conversión común, cual es el fado y la forma de interpretarlo. A ello le ha añadido un toque de distinción, que incluso llega en algunos casos a rozar el “grunge”, al introducir una gastada guitarra eléctrica (parte de la puesta en escena) que con los efectos, distorsiona y hace chirriante algunos pasajes de las melodías de las canciones. Curiosa mezcla la que suena, cuando uno se para a pensar que lo que hay en el escenario es un violín junto con una eléctrica y el trío de pulso y púa (viola de fado, guitarra portuguesa y bajo acústico). No deja de ser curioso, aunque la verdad, la guitarra eléctrica distorsionada supliendo a un mandolina en una canción napolitana, me pareció un poco petardo, así como la versión de la Ranchera de Cuzco Sánchez (popularizada por Chavela Vargas), que tampoco me convenció. Aunque si esto les parece curioso, lo que de verdad fue la sorpresa de la noche fue oírla cantar una canción en japonés. Sí, sí, en japonés. Y no sonaba mal...
Mísia, viajera, estuvo en Jerez, buscando por los jardines de la Atalaya. Cantó unas 20 canciones, propias y extrañas, y habló de sentimientos, infidelidades, mentirosos pinochos, en muchos idiomas, buscando complicidades entre el público. Espero que las encontrara, y también el camino para salir de los Jardines de la Atalaya, que a veces es complicado por la cantidad de senderos que tiene.