jueves, 19 de agosto de 2010

XXVI FESTIVAL IBEROAMERICANO DE MÚSICA MANUEL DE FALLA. CÁDIZ 2010

DE SUR A SUR, CIEN AÑOS DE TANGO.

Por Jesús Sánchez-Ferragut



TANGO QUATTRO. A todo tango.

Bandoneón: Fabián Carbone. Piano: Mario Soriano. Chelo: José Luis Ferrera. Flauta: Ezequiel Cortabarría. Double-Bass: Adrián Rodríguez. Baiarines: Julio y Veronique. Cantante: Patricia Nora.
Programa: Obras de J. Plaza, E.S. Discépolo, A.Troilo, A. Piazzolla, G.M. Rodríguez, etc.
Lugar: Gran Teatro Falla. Día: 23 de mayo de 2010. Asistencia: Algo más de ¾ de aforo.
Calificación: ***


La noche de borrachera tanguera del Teatro Falla la abrió una composición de Julián Plaza de mediados de los 50: “Danzarín”, un tango instrumental, que dio paso a lo que serían al final cerca de 20 composiciones, desde la milonga al tango. De sueños y amores imposibles. De sensualidad, ritmo y compás.

Cinco experimentados músicos en el escenario. En el centro, como no podía ser de otra manera, el bandoneonista Fabián Carbone, encargado de darle el sonido tanguero-popular al repertorio venido desde el sur al sur. A este sur, finisterre de una Europa que apenas vislumbra la estrella polar entre las cenizas de un volcán y las sacudidas de una crisis. Muchas cosas que compartir: Tango y Teatro Falla centenarios. Bicentenarios para una independencia y para una Constitución. Tangos que nos cuentan a veces que encontrar el norte también allá tiene su cruz. La del Sur.

Un extenso repertorio de compositores argentinos para esta XXVI edición del Festival. Hubo de todo, dentro de un clima quizás un poco “déjà vu” por el planteamiento un tanto rígido del escenario, encorsetado en un aprovechamiento demasiado clásico de la escena, pese a que a base de iluminación y humo se intentara remediar el asunto, dando algo de variedad a la misma.

En una fórmula de tango Instrumental; instrumental más baile y canción con baile, que iban alternándose escrupulosamente según el programa de mano, los espectadores pudieron apreciar obras de Enrique Santos Discépolo: “Malevaje”, un tango con el baile de Julio y Veronique, y “Uno”, con Patricia Nora al micrófono.

De Horacio Salgán, solo una obra: “A fuego lento”, aunque una de las mejores interpretaciones de tango instrumental de la noche.

Dos obras de A. Troilo: la milonga “La trampera”, una bella melodía y “Che bandoneón”, un tango realmente emocionante.

Con el nombre de Juan de Dios Filiberto es imposible escribir mal un tango -anunció Ezequiel Cortabarría-, responsable de la flauta travesera de Tango Quattro y portavoz del grupo. “Quejas de bandoneón” fue la obra de Filiberto que bailaron Julio y Veronique para deleite de muchos de los asistentes.

El archipopular tango “El choclo”, de A. Villoldo, y “La Cumparsita” de G.M. Rodríguez también tuvieron cabida en la noche tanguera. La milonga bailada “Inspiración” de P. Rubinsteins despertó los aplausos de los más bailones del Falla.

Pese a todo, en mi opinión, lo mejor de la noche vino de la mano de la interpretación de las obras de Ástor Piazzolla. En primer lugar una de sus más famosas composiciones “Adiós Nonino” dedicada en 1959 a la memoria de su padre, y que sin ser la obra cumbre de Piazzolla, sin embargo es dónde de una manera fácil se puede apreciar la técnica a la que recurre el autor en su particular visión del tango: unir Jazz, clásica y tango, siendo también la obra que más le ha identificado como compositor ante el gran público, al que llega de pleno con la excelente melodía que expresa el profundo sentimiento de la muerte del padre querido. “Balada para un loco”, cantada y bailada fue otra de las obras de Ástor interpretadas. Pero quizá lo mejor de la noche, fue Oblivion, una de las obras cumbre de Piazzolla, donde los bailarines hicieron el mejor trabajo de la noche, poniendo en escena un verdadero pas de deux mucho más allá de un tango, desbordante de sensualidad, estética y buen gusto, bajo los compases de una música sencillamente impresionante. El telón cayó tras la última de las obras del programa, también de Piazzolla: “Libertango”.

Publicado en DIARIO DE CÁDIZ 25.05.010

miércoles, 18 de agosto de 2010

XXVI FESTIVAL IBEROAMERICANO DE MÚSICA MANUEL DE FALLA. CÁDIZ 2010

DOS PIANOS Y TRES PAÍSES DE IBEROAMÉRICA

Por Jesús Sánchez-Ferragut



IVÓN E IVET Frontela (Cuba).



Intérpretes: Pianos: Ivón e Ivet Frontela


Programa: I Parte: Homenaje a Isaac Albéniz. II Parte: Danzas de América.
Lugar: Claustro de la Iglesia de San Francisco. Día: 25 de mayo de 2010. Asistencia: Casi lleno.
Calificación: ***

En el claustro todo estaba preparado para el encuentro con el público gaditano de dos pianos y tres compositores iberoamericanos: Cuba, Argentina y España.

Y el claustro dijo “Aquí estoy, como todos los años”. Y, como todos los años, los cuartos, las medias y las campanadas de las horas fueron sonando en el campanario de San Francisco, en un intento de añadirle percusión a todo lo que suena dentro, sin conseguirlo, al menos con armonía –aunque no tengo muy claro cuál sería la opinión de Arnold Schönberg al respecto-. Este año, al sonido de las campanas, además se unió al concierto un espontáneo e impetuoso coro de golondrinas que manifestaron claramente sus preferencias por la música de Albéniz, y lo digo porque cuando las dos pianistas y hermanas Ivón e Ivet Frontela abordaban al piano temas más enérgicos, como los de Piazzolla, por ejemplo, las avecillas optaron por no contribuir al espectáculo musical. Bucólico, aunque en el centro de Cádiz.

Las dos partes del concierto programado para la noche del martes 25 en el XXVI Festival, fueron muy diferentes. Conceptual e interpretativamente hablando.

La Primera Parte, dedicada enteramente a homenajear al genial pianista y compositor Isaac Albéniz a través de sus obras “Navarra”, “Granada”, “Castilla”, “Rumores de la Caleta” y “Aragón” de la Suite Española, nos mostró una faceta de ambas hermanas francamente buena, tanto cuando interpretaron a dúo las piezas “Navarra” y “Aragón”, como cuando hicieron lo propio por separado, cada una de ellas, con el resto de las obras de Albéniz. Sin embargo, y sin que ello suponga desmerecer la capacidad interpretativa de las cubanas, esta primera parte del programa pareció responder más a un compromiso, -quizás por el hecho de que el concierto se desarrollara dentro de un festival en Cádiz-Andalucía-España-, que a una razón artística, estética o de concepto del programa.

Tal vez fuera esa la razón por la que, en mi apreciación, no se las viera en ésta fase del concierto tan desenvueltas y seguras como en la Segunda Parte del mismo, dedicada a danzas americanas. Sencillamente lo que ocurrió es que cuando empezaron a interpretar el “Danzón cubano” de Aarón Copland, o “El manisero” de Moisés Simmons, de repente de ambas artistas salió lo mejor, aunque a priori no fuera lo mejor del programa sobre el papel. Excelentes fueron las interpretaciones de las obras de Piazzolla: Gran Tango, Tangada y Verano Porteño, así como la “Camagüeyana” del compositor cubano Ignacio Cervantes (1847-1905). Lo mejor de la noche. A estas alturas del concierto todas las piezas fueron interpretadas a dúo, lo que, además, contribuyó sin duda a darle espectacularidad al programa. Toda la fuerza interpretativa de estas dos pianistas cubanas residentes en España salió a relucir, como si las partituras depositadas sobre los atriles de sus pianos fueran parte integrante de ellas mismas. El público asistente lo pasó muy bien, y en respuesta a los aplausos hubo una propina: “Adiós Nonino” de Piazzolla en una versión muy especial para dos pianos, que dejó en el público la estupenda sensación de haber asistido a un concierto de piano verdaderamente iberoamericano.

Publicado en DIARIO DE CÁDIZ 27.05.2010

XXVI FESTIVAL IBEROAMERICANO DE MÚSICA MANUEL DE FALLA. CÁDIZ 2010

VIRTUOSISMO MA NON TROPPO.
Por Jesús Sánchez-Ferragut

FROLOV CHAMBER ORCHESTRA.

Director: Andrei Frolov Chestiglazov.
Programa: Suite Española de I. Albéniz; Navarra de P. Sarasate y Cuatro estaciones porteñas de A. Piazzolla.
Lugar: Gran Teatro Falla. Día: 22 de mayo de 2010. Asistencia: Patio de butacas al 50%.
Calificación: ***

La inauguración del XXVI Festival Iberoamericano de Música Manuel de Falla nos trajo a escena a Andrei Frolov, responsable de la Orquesta de cámara de su propio nombre. La formación que lidera no tiene un carácter estable al cien por cien, y se nutre fundamentalmente de músicos titulares de las orquesta de Radio Televisión Española y la Comunidad de Madrid. La mayoría de sus componentes son residentes en Madrid. Una opción más que atractiva e interesante, si no fuera por las dificultades económicas en las que, hoy por hoy, y por culpa de la crisis, se ven inmersos este tipo de ensembles musicales.

Con más ilusión que emoción, en parte debido a la ausencia de público en esta inauguración del Festival, la Frolov Chamber Orchestra inició el programa previsto: Asturias, Cádiz, Córdoba, Mallorca y Sevilla de la Suite Española de I. Albéniz, fueron sonando de la mano de la agrupación formada por doce maestros. La obra de Albéniz es siempre una apuesta segura, por lo conocida del público, aunque no por ello carente de riesgo, ya que lo frecuente es oír este repertorio del genial músico de Camprodón en partituras para piano solo, y no con arreglos para orquesta, como fue el caso. Sin pena ni gloria pasó esta versión interpretada por la Frolov Chamber Orchestra, quizá por lo extremadamente difícil de conseguir expresar con una orquesta de cámara toda la creatividad, intuición y virtuosismo de una obra nacida de la mano uno de los genios mundiales de la música para piano.

Frolov dejó entrever su virtuosismo en la siguiente obra, “Navarra” de P. Sarasate. Esta composición, para dos violines y orquesta de cuerda, transmite fuerza, y da pie al lucimiento de los violinistas, aunque necesita de una muy buena coordinación del resto de la orquesta de cuerda, que debe evitar el caer en el olvido, cosa que puede ocurrir con facilidad. Con esta obra acabó la primera parte del concierto, tras anunciar Andrei Frolov la supresión de la obra programada “El canto de los pájaros”, de P. Casals.

La segunda parte estuvo dedicada enteramente a Ástor Piazzolla, compositor nacido en Mar del Plata, conocido ya del público de Cádiz, y responsable de elevar a la máxima categoría musical el Tango argentino. Piazzolla fusiona jazz, música clásica y tango, incluido la incorporación del bandoneón a la orquesta clásica. La versión para orquesta de cámara, de “Cuatro estaciones porteñas” de Piazzolla que se interpretó en el Falla, es responsabilidad del compositor ruso Leonid Desyatnikov, que además de Director musical del teatro Bolshoi de Moscú, se ha hecho famoso por sus variaciones y arreglos a la música de Piazzolla. Esta obra es la primera vez que se interpreta en nuestro centenario Teatro Falla, y qué duda cabe que el Festival Internacional ha sido un marco idóneo para ello. Fue con esta particular versión de la obra de Piazzolla, que deja de un lado al bandoneón incluido en la versión original, e incorpora numerosas llamadas a otras conocidas obras del repertorio más clásico, donde realmente sacó a relucir su condición de virtuoso Andrei Frolov, con una espléndida e interesantísima interpretación de la obra, vista con ojos rusos a través de su violín, y en el que la orquesta subió bastante el nivel en relación al resto del programa, destacando asimismo el primer chelista. Excelente.

Al final, dos propinas, en agradecimiento al respetable: La Fantasía Española, obra del autor moscovita Igor Frolov (aunque pueda parecerlo, no es pariente de Andrei), creada en Cuba en los años 60 cuando formaba parte de la delegación de cooperación cultural soviética al régimen de Castro, como profesor de música. Una composición un tanto pintoresca y evocadora de tópicos, aunque ciertamente encaminada al lucimiento virtuosístico del intérprete. La última propina, fue la Romanza Andaluza de P. Sarasate, que dejó un excelente regusto a los espectadores que acudieron a esta inauguración del XXVI Festival.

Publicado en DIARIO DE CÁDIZ 24.05.2010

XXVI FESTIVAL IBEROAMERICANO DE MÚSICA MANUEL DE FALLA. CÁDIZ 2010

SUAVE BÁLSAMO
Por Jesús Sánchez-Ferragut


CECILIA LAVILLA / JUAN ANTONIO ÁLVAREZ.
Música para el alma

Soprano: Cecilia Lavilla. Piano: Juan Antonio Álvarez
Programa: Obras para piano y voz de Reynaldo Hahn, con textos de varios poetas frances
Lugar: Centro Cultural Municipal Reina Sofía. Día: 26 de mayo de 2010. Asistencia: Casi lleno.
Calificación: ***


Los espectadores que acudieron al Centro Cultural Municipal Reina Sofía a ver el concierto de la soprano Cecilia Lavilla Berganza, se olvidaron del aire fresquito que hacía esa noche, y a cambio decidieron tomarse, a sorbitos, el bebedizo musical en forma de bálsamo para el espíritu que, con mano venezolana escribiera Reynaldo Hahn. Las canciones de Hahn, que responden a formas, estilos y gustos completamente franceses, fueron servidas al respetable con la peculiar aportación de Lavilla, y con la inestimable ayuda de Juan Antonio Álvarez al piano.
Fue un concierto que, en su primera parte resultó un tanto repetitivo, por poner un exceso de énfasis en los mismos recursos, musicales y canoros. Esto resulta, sin duda, muy interesante en cuando lo que se persigue es la búsqueda de la exhaustividad de la obra de un autor, así como también cuando se pretende lograr la total unidad de criterio de un concierto, pero que sin duda no favorece tanto la conexión con el público. Y quizá Cecilia Lavilla adoleció en esta ocasión de esa falta de cercanía al público, a veces tan necesaria para que las rigideces del programa no lo sean tanto. Y fue realmente una pena, pues simpatía y facultades dramáticas no le faltan a la soprano, que de haberse dirigido al público en alguna que otra ocasión para explicar un poco lo que estaba interpretando, se hubiera conquistado definitivamente el corazón de los asistentes, que tenían ganas de ello, por cierto. De hecho pude comprobar cómo algunas personas intentaban seguir una y otra vez el programa de mano, buscando pistas acerca de lo que se estaba interpretando.

La segunda parte del recital de la soprano madrileña, estuvo mejor conducido que la primera, sobre todo al abordar les “Chansons Grises”, poesías de Paul Verlaine, con la música de Hahn. Fue con esta serie de canciones donde la soprano sacó a relucir lo mejor de la noche, de manera que dio paso realmente al intimismo y al mensaje directo al alma, que se anunciaba en el programa de mano, con una interpretación de gran altura, cargada de matices sutiles, de pianísimos, con un estupendo control de la emisión y de finales impresionantes. Pero sobre todo, su bella y dulce voz, a la que cuida con una trabajada técnica. Juan Antonio Álvarez también tuvo en esta parte una intervención excelente, acariciando el piano, dibujando las melodías, a la vez que respaldando, cuidando y mimando a Cecilia Lavilla.

Un concierto de alto y culto nivel, que encandiló a gran parte del respetable, y en el que la soprano supo aprovechar sus cualidades desde al alma para el alma.

El público pidió más al finalizar, con repetidos aplausos, a lo que correspondió Lavilla con dos propinas. La primera de ellas “La primavera” de Reynaldo Hahn, y la segunda “Les filles de Cadix” de Léo Delibes.





Publicado en DIARIO DE CÁDIZ 28.05.2010

XXVI FESTIVAL IBEROAMERICANO DE MÚSICA MANUEL DE FALLA. CÁDIZ 2010

AMÉRICA, DE NORTE A SUR.
Por Jesús Sánchez-Ferragut


CAMERATA VOCAL E INSTRUMENTAL GRAN TEATRO FALLA.
Piano: Antonio Sillero. Mezzosoprano: Antonia Martínez Novas
Director: José Luís López Aranda
Programa: 1ª parte: American Rhapsody de Jenö Takács. La muerte del Ángel de Ástor Piazzolla. Danzas latinoamericanas de José L. Elizondo. 2ª Parte: Praesepe (The Manger) de Heitor Villa-Lobos. Missa Sao Sebastiao de Heitor Villa-Lobos.
Lugar: Gran Teatro Falla. Día: 29 de mayo de 2010. Asistencia: 50% aforo
Calificación: ***



Un programa ambicioso y muy diverso, el presentado por la Camerata del Teatro Falla para cerrar el XXVI Festival Iberoamericano de Música 2010. Música americana, de Norte a Sur, contemporánea, aunque sin renunciar a la tonalidad, y para todos los públicos. Aunque eso sí, el sábado por la noche tuvo la competencia directa del Concierto de clausura del Congreso de Periodistas, gratis, y a dos pasos, en la plaza de San Antonio, y con una procesión en las inmediaciones del Teatro.

La música de Jëno Takács, con su American Rhapsody fue la primera de las obras interpretadas por el director López Aranda, y con buen criterio, por lo idónea para una formación como la actual camerata instrumental. La orquesta estuvo un poco fría al comienzo, pese a esta música evocadora de lo norteamericano, hasta que el cambio de tercio a la natal Argentina de Piazzolla puso la energía necesaria en la orquesta, que también se vio reforzada con la entrada del piano para interpretar “La muerte del Ángel” del genial compositor de tangos del otro lado del océano.

Un verdadero homenaje ha rendido el XXVI Festival a Piazzolla, pues sus obras han estado presentes en los programas de Frolov, Tango Quattro, Ivón e Ivet, y de la Camerata, así como en la música en la calle. Y la verdad, ha merecido la pena el poder asistir a tan diferentes y variadas versiones de la música de uno de los máximos representantes del tango argentino, y el responsable de incluirlo dentro del repertorio clásico para orquestas.

La primera parte del programa, enteramente dedicada a la Camerata Instrumental, la cerró la obra de José L. Elizondo: Danzas Latinoamericanas, donde la orquesta se encontró cómoda y tuvo una intervención aplaudida por el público, sobre todo en el “Atardecer Tapatío”. Muy bien el pizzicatto de “Pan de Azúcar”.

La segunda parte estuvo dedicada al compositor brasileño Heitor Villa-Lobos. La Camerata Vocal se unió al concierto, y en mi opinión tuvo una acertada interpretación. La formación vocal, pese a las dificultades de los tiempos que corren, va tomando cuerpo, y su trabajo es muy meritorio. Otra cosa bien diferente es que la obra escogida para esta segunda parte, estéticamente hablando, nada tuviera que ver con la interpretada en la primera, ya que pese a que la Missa Sao Sebastiao es de gran belleza, no deja de ser una misa, que invita al recogimiento, y que nada tiene que ver con la Rapsodia Americana de la primera parte…

Pese a todo, la Misa de San Sebastián de Villa-Lobos sonó bastante bien, logrando el Director un buen empaste en la orquesta, que sonó muy integrada con la Camerata Vocal, que demostró un muy buen trabajo, sobre todo en el Kyrie y el Sanctus. Al final aplausos y una propina, también de H. Villa-Lobos: Ave María.

Publicado en DIARIO DE CÁDIZ 31.05.2010

XXVI FESTIVAL IBEROAMERICANO DE MÚSICA MANUEL DE FALLA. CÁDIZ 2010

BARROCO ESPAÑOL DE AMÉRICA.
Por Jesús Sánchez-Ferragut



CAMERATA IBERIA. Canciones y danzas del barroco latinoamericano.
Sopranos: Mariví Blasco y Ana Huete. Guitarra barroca y tiorba: Juan Carlos de Mulder.
Violín barroco: Jorge Jiménez y Ramsés Puente Matos. Viola da Gamba: Lixania Fernández. Percusión: Pedro Estevan.
Director: Juan Carlos de Mulder
Programa: Diversas obras del barroco latinoamericano del XVII y XVIII.
Lugar: Iglesia del Carmen. Día: 24 de mayo de 2010. Asistencia: La mitad del aforo.
Calificación: ****



La Iglesia del Carmen fue el marco de bienvenida a este concierto de música antigua del barroco creado en la España de las colonias americanas en torno a los siglos XVII y XVIII.

La Camerata, dirigida por Juan Carlos de Mulder, recluta de entre los mejores músicos especialistas en música antigua del renacimiento y barroco español los miembros de su formación. Poseen varias grabaciones en CD y una ganada reputación, que les sirve de carta de presentación con suficiencia allí donde acuden a presentar su repertorio.

Pero nada de esto serviría para gran cosa, si a la hora de la verdad el resultado no fuera el esperado. Y en el caso de la Camerata Iberia, tengo que decir que el pasado 24 dio un gran concierto en la Iglesia del Carmen de Cádiz.

Y el concierto fue de primera por dos razones fundamentales. La primera de ellas, la oportunidad de traer a este XXVI Festival, música española del continente americano. Una música que es la gran desconocida del público español actual, pero que de verdad merece la pena rescatar y difundir. Toda una inmensa ruta cultural y musical barroca que comienza en el Río de la Plata, y sube a Córdoba, Salta, Jujuy, Potosí, y tras dejar el Chaco Paraguayo, y llegar por fin a la Chiquitanía boliviana, en plena selva, al noroeste del país, en el Departamento de Santa Cruz de la Sierra, toma vida y carta de naturaleza propia. Hoy día ese legado se encuentra en el Archivo de Chiquitos de Concepción, y nutre de partituras al Festival Internacional de música renacentista y barroca americana “Misiones de Chiquitos”. Junto a ello, y con otra música proveniente del Virreynato del Perú, y del de Méjico, hoy día conforman un patrimonio cultural musical único y merecedor de una mayor y mejor difusión.

La otra razón por la que el concierto de la Camerata Iberia fue excelente, radica en la fenomenal –y además gratis- interpretación con la que sus componentes obsequiaron al público asistente. Un trabajo realmente impresionante del de Juan Carlos de Mulder con la guitarra barroca y la tiorba, y una exquisitez interpretativa poco común la de Pedro Estevan en la percusión, hicieron que las dos sopranos Mariví Blasco y Ana Huete se sintieran cómodas, abordando los diversos temas con gran soltura y naturalidad. Excelente interpretación la de “Por celebrar este día” de Juan de Baeza (Puebla-México), y de lo mejor de la noche el solo de tiorba y percusión “Canario”. Pero ello por citar alguna pieza, pues el concierto en su totalidad fue muy bueno, y así lo reconoció el público.

Publicado en Diario de Cádiz 26.05.2010