viernes, 10 de mayo de 2013

ZARZUELA EL GATO MONTÉS EN EL MAESTRANZA DE SEVILLA

Foto: web Teatro de la Maestranza





TRES PINCHAZOS Y UN BAJONAZO



EL GATO MONTÉS de Manuel Penella (1880-1939)
Ópera en tres actos y cinco cuadros

Producción, Teatro de La Zarzuela de Madrid
 Teatro de la Maestranza de Sevilla, 6, 7 y 8 de mayo 2013
Cantantes: Soleá: Saioa Hernández; Gitana:Marifé Nogales; Frasquita: Milagros Martín; Juanillo "El gato montés": Ángel Ódena; Rafael Ruiz "El macareno": Andeka Gorrotxategui; Hormigón: Luis Cansino.
Dirección musical. Cristóbal Soler. Dirección de escena: José Carlos Plaza. Dirección del coro: Íñigo Sampil. Escenografía e iluminación: Francisco Leal. Vestuario: Pedro Moreno. Coreografía: cristina Hoyos.
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza.



Por Jesús Sanchez-Ferragut

No he encontrado mejor símil taurino que el del título, para describir de una manera
general la versión de la ópera-zarzuela "El Gato montés", representada en el 
Teatro de la Maestranza de Sevilla, producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid,
 y bajo la dirección de escena de José Carlos Plaza y musical de Cristóbal Soler.

Tres pinchazos, uno para cada acto de la zarzuela y un bajonazo, el que acabó 
con todas las esperanzas de ver un poco de faena coherente en esta muy especial 
puesta en escena de la obra del maestro Manuel Penella.

Y empezamos con la traducción ofrecida a los espectadores en los sobretítulos. 
¿Traducción, dirán Uds., con razón? ¿Pero no es una zarzuela española? Pues sí, 
cosa extraña, pero la producción nos ofreció sin duda una auténtica traducción, 
pero a la inversa, y a un extraño e intrincable idioma,  donde, increíblemente el 
espectador para entender bien lo que decían los sobretítulos, debía poner 
atención a lo que cantaban los cantantes, so pena de no enterarse de nada. ¿Y
 entonces si para entender lo que se cantaba, fundamentalmente había que 
oír, para qué los sobretítulos? Pues eso mismo me pregunto yo. O quizá debe 
ser que no poseo, al igual que, probablemente el 99% de los espectadores, el 
título de lingüista (por cierto al autor de los sobretítulos: Que se lea por 
favor “Lingüística española”. Vidal Lamíquiz Ibáñez. Sevilla. Universidad de Sevilla.
 Secretariado de publicaciones. 1973).

Lo que se presentaba como una agradable noche de zarzuela – ópera por 
poseer todos los ingredientes para ello, se tornó en una pesada, pretenciosa y
 manida reiteración de tópicos, que a duras penas brilló en los momentos en que
 la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla abordó los temas musicales en solitario, y 
los momentos en los que el coro de la A. A. de amigos de la Maestranza pudo 
desplegar el buen hacer al que nos tiene acostumbrados, solo que en esta ocasión 
ni siquiera pudieron lucir vestuario, por culpa de una producción escénica muy desafortunada.

Es difícil que, poniendo en escena una importante cantidad de recursos, el 
resultado sea tan desafortunado como el que vimos en esta versión de El Gato 
montés. La iluminación, sencillamente mal planteada, no supo en ningún momento 
sacar “a la luz” ninguna de sus posibilidades técnicas. Más bien todo lo contrario, pues
 inundó de sombras, penumbras y difuminados una zarzuela que no se lo merece.
Los decorados, pretenciosos, como el espejo del segundo acto que acompaña al torero 
mientras se viste, y que, sinceramente, uno no sabe si la producción lo adquirió en una
 subasta de utillería de “La Bella y la Bestia”, o si responde al sueño de una mala
 noche de insomnio de un caluroso agosto madrileño. Otro tanto ocurrió con la máscara
 que subía y bajaba de entre las bambalinas, y que era talmente la máscara de El Fantasma 
de la Ópera.
Para poner la guinda, la representación de la faena del torero en La Maestranza fue
 indescriptible: Con un fondo, que era cualquier cosa menos el imponente monumento
 que en realidad es el coso sevillano, y con una representación de títeres donde una muleta
 volaba por los aires, al igual que una pica y un estoque, no remediaron los decorados, 
sino que profundizaron en el despropósito. En fin, conceptos tan básicos de la escena 
como son, que si lo que pretendes es que destaque el traje de torear negro del torero,
 esto se consigue por contraste con el blanco y con la luz. O que si la obra ya lleva implícita
 en la letra y la música la parte trágica de la lidia, la escena no debe bajo ningún 
concepto vulgarizar esa imagen poniendo manchas rojas en la pared o tiñendo la 
escena de negro…Parece mentira que errores tan básicos se puedan cometer en una
 puesta en escena como esta.
La coreografía, de Cristina Hoyos, bien, pero deslucida por el vestuario. Quizá lo 
mejor de la misma, el haber conseguido que la cantante Saioa Hernández se integrara
 en el coro de baile, y que el resultado fuera bueno.
En el turno de cantantes, poco que destacar, salvo la actuación de Ángel Ódena, que 
consigue meterse en el papel a la vez que le da credibilidad canora con su voz. Bien en el 
dúo con Saioa Hernández.
El resto de los cantantes, discretos, con momentos interesantes de Saioa, y buena 
interpretación de Rubén Amoretti en el papel del Padre Antón.
En fin, habrá que esperar a otra ocasión para disfrutar de una buena representación de 
zarzuela en el Maestranza, ya que, al contrario de lo que ocurrió el pasado 2012 con
 Luisa Fernanda, en este 2013 la cosa ha estado bastante flojita.