DAVID KADOUCH, JUVENTUD Y CAPACIDAD
DAVID KADOUCH. PIANO.
Ciclo De conciertos de cámara. Tiempo de cambios. En torno a la Constitución de Cádiz 1812-2012
Programa: F.J.Haydn: Variaciones en fa menor op.14; R Wagner-F. Liszt: Transcripción para piano del Coro de las hilanderas, de El holandés errante; R. Schumann: Concierto sin orquesta en fa menor op.14 (Gran sonata); F. Chopin: 24 preludios, op 28.
Lugar: Oratorio de san Felipe Neri. Día: 16 de octubre de 2012. Asistencia: 80% del aforo.
Calificación: *****
Por Jesús Sánchez-Ferragut
Por fin se reanudó el Ciclo de conciertos “Tiempo de cambios”, programado y financiado por Acción Cultural Española, y encuadrado dentro de los actos conmemorativos del Consorcio para la conmemoración del II Centenario de la Constitución de 1812.
Y si el último concierto celebrado en junio nos dejó un excelente sabor de boca con la extraordinaria actuación del barítono alemán Florian Boesch, acompañado magistralmente por el pianista Roger Vignoles, el reinicio del ciclo, el pasado martes 16, también nos ha deparado una agradabilísima sorpresa, al recibir en el Oratorio de San Felipe a un magnífico y joven pianista: David Kadouch.
De origen francés (Niza, 1985) y pese a su juventud, ya posee un curioso currículo que incluye el haber sido nombrado el mejor artista joven del año 2011 por la primera edición de los premios International Classical Music Awards (ICMA). Kadouch, además, está muy ligado a España, pues ha formado parte de la Escuela Superior de Música reina Sofía y del Instituto Internacional de música de cámara de Madrid.
El concierto de Kadouch recorrió formas y curiosidades musicales del piano clásico del s XVIII al romántico del s XIX. Desde las Variaciones en fa menor de Haydn a los preludios compuestos por Chopin en su etapa mallorquina. Junto a estas dos obras, dos curiosidades más: La transcripción de Liszt para piano del Coro de las Hilanderas, de la ópera de Richard Wagner “El holandés errante”, una obra nada frecuente de ser escuchada en circuitos o programaciones ordinarias. Y la Gran Sonata en fa menor op. 14 de Robert Schumann, una obra que tampoco tiene uno la ocasión de escuchar tan fácilmente.
Un concierto largo y denso, donde Kadouch tuvo la circunstancia de exponer una gran cantidad de recursos. Interpretó en un tempi moderado el Coro de las Hilanderas de Wagner-Liszt, exponiendo al público la obra de manera sosegada sin contracturas y con comodidad.
Coincidiendo con la parte central del concierto, Kadouch desplegó todo un alarde de técnica al atacar el concierto sin orquesta (Gran sonata) de Schubert, una obra de difícil ejecución. Impresionante el último movimiento “Prestissimo posibile”, y estupendas las “Variaciones de Clara Wieck”.
Por último, tras una breve pausa, y de manera brillante, el joven pianista interpretó casi sin solución de continuidad los 24 preludios de Chopin, recreándose en los pasajes más sentimentales, terrenales y efímeros de la extensa obra, lo que le valió el reconocimiento del público asistente. Ante su insistencia, Kadouch interpretó como propina la “Romanza sin palabras” de Mendelsohnn.
En mi opinión, el público gaditano respondió acudiendo de manera generosa a la convocatoria del concierto, si tenemos en cuenta que ese mismo día se inauguraba el FIT, y a la misma hora comenzaba el partido de fútbol España-Francia. Quizá por lo inevitable de tener metido en la cabeza eso del fútbol, cuando al término del concierto me acerqué a saludar a David Kadouch (costumbre esta no muy arraigada en Cádiz, al contrario que en otras provincias), le comenté que con su magnífica actuación, quien había ganado el “partido” en el Oratorio había sido él, es decir, un francés, a lo que me respondió que no era así, que quien realmente había ganado en el Oratorio, es la música. No puedo estar más de acuerdo con él.