La fórmula magistral de Ismael Jordi y su profesionalidad superan con creces cualquier elixir: al pan, pan y al vino, vino.
El Elixir de Amor que se ha representado en el Teatro Villamarta ha conseguido estar a la altura del concepto de espectáculo superior que define a la ópera: La conjunción del teatro y la música en una misma escena. Deleite para el ojo, la mente y el oído. Pero lo más destacado, un Ismael Jordi creciendo cada día más en calidad interpretativa y en facultades canoras. Fue su noche, y probablemente su ópera. Su papel. Al pan, pan. Y al vino, vino. Enhorabuena.
XUXA CILEA (Jerez). 26-01-2009
Sala: Teatro Villamarta de Jerez.
Obra: L’Elixir D’Amore de Gaetano Donizetti.
Libreto de Felice Romani
Reparto:
Adina: Ainhoa Garmendia.
Nemorino: Ismael Jordi.
Dulcamara: Stefano Di Peppo.
Belcore: Rodrigo Esteves.
Giannetta: Leticia Rodríguez.
Orquesta Filarmónica de Málaga. Director: Gianluca Martinenghi
Coro del Teatro Villamarta. Director: Juan Manuel Pérez Madueño.
Escena: Paco López.
Vestuario: Jesús Ruiz.
Ayudante escenografía: Javier Hernández.
Por mucho que me lo pida el cuerpo, no entraré en polémicas acerca de porqué no vino quién tendría que haber cantado en el Villamarta junto a Jordi, en esta nueva versión del Elixir de Amor. No merece la pena, cuando hemos podido ver (en mi caso, en la última representación de las tres programadas por Villamarta) un Ismael Jordi llenando por completo la escena y el aforo del Teatro. Gran paso adelante el dado por el tenor jerezano, que lo mete de lleno en la dramaturgia: Mucho más suelto en la escena, consigue convencer al espectador de la teatralidad bufa de la obra de Donizetti. Los chapetones coloreados del maquillaje de sus mejillas, fueron acompañados por una estupenda interpretación del personaje bucólico-ingenuo, Nemorino, perdidamente enamorado de Adina, la guapa lugareña que embelesa a campesinos y militares, en una obra cómica que persigue la risa del espectador, a la vez que su deleite musical con el bel canto de sus arias.
El Elixir de Amor que se ha representado en el Teatro Villamarta ha conseguido estar a la altura del concepto de espectáculo superior que define a la ópera: La conjunción del teatro y la música en una misma escena. Deleite para el ojo, la mente y el oído.
El público jerezano disfrutó con el espectáculo. Aplaudió a rabiar cada una de las intervenciones de Ismael Jordi, y cosa insólita, hizo que el tenor repitiera íntegra el aria “Una furtiva lagrima”. Es cierto que ayudó también el apoyo prestado por la Dirección de la versión y la escenografía, que incluso hizo aparecer en escena al archiconocido “Tío Pepe” jerezano, disfrazado bajo la supuesta apariencia de un mágico elixir capaz de hacer obtener los favores amorosos de las féminas a quien lo bebiera siguiendo las instrucciones de su “destilador”, el embaucador Dulcamara, quien no dudó en desplegar en un momento dado una bandera jerezana, poniéndosela a la espalda, cual tifossi italiano convencido de las bondades de su excelente bebida.
Junto a Jordi, intervino en el papel de Adina, la soprano de San Sebastián, Ainhoa Garmendia, quien le dio al papel la comicidad y frescura necesaria. Su sonrisa y desparpajo en la escena fueron determinantes para la credibilidad del personaje, que requiere que la soprano proyecte la sencillez de lo natural, junto con la viveza, también natural, pero contrapunto de la ingenuidad de Nemorino. Su registro funcionó perfectamente en conjunción con el de Jordi: Ainhoa posee una trabajada técnica así como una correcta dicción.
El barítono Rodrigo Esteves y la soprano Leticia Rodrígues también tuvieron una buena intervención.
Como decía al principio, todo fue espectáculo en la representación de esta versión villamartina del Elixir de Amor. También contribuyeron a ello la Escenografía y la Sinfónica de Málaga. Pero realmente lo que pude ver en el Teatro el pasado sábado 24 fue un Ismael Jordi creciendo cada día más en calidad interpretativa y en facultades canoras. Fue su noche, y probablemente su ópera. Su papel. Al pan, pan. Y al vino, vino. Enhorabuena.